Sunday, May 06, 2007

Y PARA NUNCA MAS VOLVER.
Carta abierta de un arquitecto a su taller






Creo que fue el mejor año de todos los que estuve en santiago,
Recuerdos de mil utopías, Entre centinelas y ministerios del mar, se generaban espacios para el descanso, en hoteles mimetizados con el cerro y paseos ondeantes.
Retiros inesperados y constantes tarreos, de aquellos que tienes el agua literalmente hasta los pies, por una lavadora desbordada de agua y sin ya, no poder distinguir la realidad de la ficción.
Sobrenombres por docenas se crearon allí, incluso más que proyectos de arquitectura.
Imágenes corporativas de estudiantes jugando a ser arquitectos y diseñadores,
Personajes con el sueño de la piscina flotante, Con el S, M, L, XL, como Biblia.
Entre conversaciones de Koolhas y lo fantástico que llegaba a ser Niemeyer, se iban delatando las horas.
La constante disputa que Valparaíso debía ser museificado.
El aguante de la dani, la caída del pingüino, la campanita de mi negrita, la risa de checho, el hambre del jabalí, pa que hablar de ian, y tarzan, que cada vez que llegaba, tenia que botar una piscola con las patas, el sueño de Mauro, la siempre tan risueña paty, gringo que cuando estaba con caña, le daba por cocinar arroz, el stop pizza, la visita de Kliwadenko, la siempre tan esperada visita de Ricardo que nunca llego y mi gran afán de ir a hablar a la cocina, eran parte de nuestra rutina diaria.
El vodka era la bebida de cortesía y el pisco la de despedida, entre túneles y dominicas, hicimos de nuestros lugares los favoritos.
Puñados de encendedores, vasos y ceniceros al por mayor, botellas de absolut, tarros de aceite de oliva y mallas de palta, una parrilla, un futón y el cuadro maravilloso de las sillas que con tanto esfuerzo nos robamos de la U, y el cual aun conservo, Era lo suficiente para vivir.
De alguna manera esta suerte de purgatorio me hizo entender que podía contar con gente que vale la pena, y que mi palabra no es la última, ni tampoco la primera, como acostumbraba a creer y que esto pintaba para algo grande.
Por eso amigos míos me permito la licencia de escribir esta carta abierta a quien la quiera leer, y para que sepan lo grandes que fueron todos en aquel lugar y por aquel lugar.
El orgullo que siento al haber formado parte de esta generación de grandes arquitectos y diseñadores.
Creo también que las puertas son para abrirlas y no así para cerrarlas.
Y reconozco que en eso erré, y si encuentro al culpable que me responda.
¿En que momento paso que nadie me aviso?, ¿porque no me gritaron mas fuerte?, o tan solo ya no escuchaba a nadie.
Aun no recuerdo cuando fue la última vez que cerré la puerta del taller 952.
Y para nunca mas volver.



Un abrazo a la distancia y como dice un buen amigo mío,
DAR UN PASO HACIA ATRÁS, PARA DAR UNO MAS GRANDE
Y un saludo especial a willy
y una puteada grande a tarzan que me debe un
ABSOLUT CITRON


Néstor Mallegas Clift